La necedad no proviene de la falta de conocimiento, sino de rechazar la verdad

Un alcohólico no puede dejar de beber no porque desconozca los efectos dañinos del alcohol, sino porque prefiere ignorar esa verdad, hasta que su cuerpo queda completamente destruido e irrecuperable.

Así es la necedad. No surge de la falta de conocimiento, sino de ignorar deliberadamente la verdad por el ego. Como seres humanos, todos tenemos la misma oportunidad de ser necios o sabios. La inteligencia no es un resultado instantáneo del pensamiento. Se trata de constancia al seguir la verdad, incluso si esa verdad va en contra de nuestro ego.

La historia ha registrado que un hombre se proclamó dios simplemente porque se sentía el más poderoso — el faraón. Pero sentirse poderoso no es lo mismo que tener poder absoluto. Eso es el ego, un parámetro interno que puede cegarnos frente a nuestra verdadera realidad: ser humanos.

La inteligencia humana se mide por la precisión con la que elegimos actuar, no solo por nuestros argumentos. La vida no es una revista científica. La vida es una práctica de la verdad. Y para mí, la verdad suprema no es producto de consenso científico, sino aquello que está más allá del alcance de nuestra racionalidad: el Corán.

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